¡Despierta, borinqueño
que han dado la señal!
¡Despierta de ese sueño
que es hora de luchar!
A ese llamar patriótico
¿no arde tu corazón?
¡Ven! Nos será simpático
el ruido del cañón.
Mira, ya el cubano
libre será;
le dará el machete
su libertad…
le dará el machete
su libertad.
Ya el tambor guerrero
dice en su son,
que es la manigua el sitio,
el sitio de la reunión,
de la reunión…
de la reunión.
El Grito de Lares
se ha de repetir,
y entonces sabremos
vencer o morir.
Bellísima Borinquén,
a Cuba hay que seguir;
tú tienes bravos hijos
que quieren combatir.
Ya por más tiempo impávido
no podemos estar,
ya no queremos, tímidos
dejarnos subyugar.
Nosotros queremos
ser libres ya,
y nuestro machete
afilado está,
y nuestro machete
afilado está.
¿Por qué, entonces, nosotros
hemos de estar,
tan dormidos y sordos
y sordos a esa señal
a esa señal, a esa señal?
¡No hay que temer, riqueños,
al ruido del cañón,
que salvar a la patria
es deber del corazón!
Ya no queremos déspotas,
caiga el tirano ya,
las mujeres indómitas
también sabrán luchar.
Nosotros queremos
la libertad,
y nuestros machetes
nos la darán…
y nuestro machete
nos la dará…
Vámonos, borinqueños,
vámonos ya,
que nos espera ansiosa,
ansiosa la libertad.
¡La libertad, la libertad!
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