I
¡Torreperogil!
¡Quién fuera una torre, torre del campo
del Guadalquivir!
II
Sol en los montes de Baza.
Mágina y su nube negra.
En el Aznaitín afila
su cuchillo la tormenta.
III
En Garciez
hay más sed que agua;
en Jimena, más agua que sed
IV
¡Qué bien los nombres ponía
quien Puso Sierra Morena
a esta serranía!
V
En Alicún se cantaba:
«Si la luna sale,
mejor entre los olivos
que en los espartales».
VI
Y en la Sierra de Quesada;
«Vivo en pecado mortal:
no te debiera querer;
por eso te quiero más».
VII
Tiene una boca de fuego
y una cintura de azogue.
Nadie la bese.
Nadie la toque.
Cuando el látigo del viento
suena en el campo: ¡amapola!
(como llama que se apaga
o beso que no se logra)
su nombre pasa y se olvida.
Por eso nadie la nombra.
Lejos, por los espartales,
más allá de los olivos,
hacia las adelfas
Y los tarayes del río,
con esta luna de la madrugada,
¡amazona gentil del campo frío!...
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