domingo, 4 de octubre de 2015

Soneto - Eugenio Gerardo Lobo



Amante que, celoso, arroja en un río un diamante que traía por memoria de su objeto

¡Oh dulce prenda!, testimonio un día
de la jurada fe, de quien, traidora,
el pacto ultraja, y la razón desdora
de la noble verdad, que me debía.
¡Oh dulce prenda! cuando amor quería,
dulce más que a las flores blanda aurora,
alegre entonces, como triste ahora,
¡tan inconstante fue la suerte mía!
Vuelve a tu dueño; pero no: ese errante
fugitivo cristal selle tu gloria,
digno sepulcro de esplendor cambiante;
pues trocada en tragedia mi victoria,
ni ya en su dedo puedes ser diamante,
ni ya en el mío puedes ser memoria.

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