domingo, 20 de enero de 2019

El castigo de Tartufo - Arthur Rimbaud



Atizando, cual fuego, un corazón amante
so capa casta y negra, feliz, mano enguantada,
un día que se iba, atroz, manso, amarillo,
babeando su fe por su boca sin dientes,

un día que se iba, «Oremus», un Diantre
lo agarró bruscamente de su oreja beata,
largándole espantosas palabras, y arrancándole
la casta y negra capa a su piel lienta y cálida.

¡Castigo!… Sus ropajes están desabrochados,
y su largo rosario de pecados remisos
desfilan por su pecho; ¡San Tartufo está pálido!…

¡Se confesaba, al fin, rezaba entre estertores!
Y el hombre sólo pudo llevarse sus chorreras …
-Tartufo está desnudo del todo, ¡puag, qué asco!



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